La necesidad de generar tejido productivo y de aumentar el número de iniciativas empresariales unido a la necesidad de los jóvenes de fortalecerse y aumentar su independencia y emancipación requiere de la participación de estos últimos en el proceso de emprendimiento aplicando criterios de gestión eficaz y eficiente al ámbito de su trabajo, sin que ello implique la renuncia mínima a la creatividad, la innovación y la iniciativa.
La falta de jóvenes empresarios y emprendedores está haciendo que ese camino y esa necesidad latente tarde en surgir y mucho más en afianzarse. Agrava la situación la falta de motivación, la ausencia de información sobre las posibilidades y oportunidades existentes y la escasa disponibilidad y accesibilidad a asesoramiento y asistencia técnica personalizada, de calidad y objetiva.
El impulso de empresas o iniciativas económicas autosostenibles es una garantía del desarrollo de iniciativas propias, del empoderamiento y la búsqueda de la independencia y el desarrollo personal.
Creemos que el emprendedor nace y se hace, es decir, que el desarrollo de capacidades y actitudes emprendedoras si bien no siempre tiene que derivar en la creación de una empresa, si tiene efectos positivos en el desarrollo personal y profesional de las personas.
Tan valioso es el emprendedor – empresario como el intraemprendedor – persona que emprende dentro de un proyecto (empresa)-, tan aplicable es la iniciativa y capacidad emprendedora a la puesta en marcha de proyectos profesionales como los personales; y ambos se basan en una metodología de base común.
¿Emprendemos?
1 comentario:
En relación a tu artículo, creo que el emprendedor se hace. Un emprendedor es alguien con iniciativa, capacidad de decisión y tiene un onjetivo bien definido.
Requiere una actitud de curiosidad, motivación y esfuerzo.
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